
En un escenario de recortes donde la cultura, la sanidad y el empleo se ven afectados, ¿debemos seguir invirtiendo en propaganda, programas casposos, películas del oeste y telenovelas? Y que conste que no soy un enemigo de la TV Canaria, siempre que se llene de programas informativos imparciales y se vacíe de romerías presidenciales.